EL ABC DE LA ESTIMULACIÓN TEMPRANA
Desde los primeros meses de vida, los cinco sentidos del bebé se encuentran ya en desarrollo, listos para ayudarlo a descubrir el mundo que lo rodea y explorar aquellas cosas que le llamen la atención. Al ser incapaz de hacerlo por sí solo, es tarea de los padres inicialmente y luego de instituciones especializadas adoptar técnicas y actividades que estimulen las capacidades mentales y físicas del infante.
LA MADRE COMO PRIMER ESTÍMULO
El principal estímulo para un bebé en sus primeros años es su mamá. Es ella quien lo invitará a aprender. Estimular a un niño tan pequeño es brindarle herramientas adecuadas para su edad que le permitan superar desafíos en un ambiente donde, de alguna forma, logre jugar a su manera, pero en compañía de mamá o papá.
El proceso de estimulación comienza cuando la madre lo toma en brazos, le habla y lo mira mientras lo amamanta, y cuando sabe escucharlo, hasta el punto de decodificar cada sonido que produce.
Estimular es una forma de criar donde los padres adoptan una actitud de apoyo hacia su pequeño, brindándole recursos que le permitan desarrollar herramientas para adaptarse a su entorno y superar los desafíos de acuerdo a su edad. Un niño correctamente estimulado recibe experiencias enriquecedoras que permiten el desarrollo de su potencial en un ambiente rodeado de cariño, el cual fortalece la confianza en sí mismo. Es de suma importancia respetar los tiempos del niño y acompañarlo en su desarrollo teniendo en cuenta sus particularidades.
La estimulación temprana consiste en la práctica de técnicas educativas especiales que fomentan el desarrollo de las habilidades y capacidades psicomotoras de los niños. Esto se realiza desde el nacimiento hasta los seis años, período en el que se forma la estructura de pensamiento y personalidad del niño. El objetivo es estimular capacidades compensadoras o corregir trastornos potenciales, así como lograr su autonomía e independencia.
ÁREAS DE ESTIMULACIÓN
Tomando en cuenta el entorno familiar y las necesidades del niño, se debe diseñar una estrategia de estimulación, marcando los objetivos que se espera conseguir e identificando las áreas que necesitan un mayor trabajo. Las actividades deben enfocarse en cuatro áreas: cognitiva, motriz, lenguaje y socioemocional, y todas deben trabajarse, aunque se le dé prioridad a las áreas con mayor necesidad.
- Cognitiva: trabaja el intelecto del niño haciendo uso de su pensamiento y de la interacción directa con el mundo que lo rodea, comprendiendo y adaptándose a nuevas situaciones.
- Motriz: el niño toma contacto con el mundo a través del movimiento, por lo que adquiere control de sus músculos para coordinarlos.
- Lenguaje: comprende la capacidad comprensiva, expresiva y gestual del lenguaje para comunicarse con el entorno.
- Social-emocional: incluye herramientas afectivas y desenvolvimiento social. Los padres son los primeros generadores de vínculos afectivos, por lo que es primordial su participación en esta área.
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